A continuación, compartimos con ustedes los textos ganadores del «Concurso de microrrelatos» organizado por la gente de Mega maratón uy a quienes agradecemos por haber confiado en nosotros para la tarea de lectura y selección de los textos junto a Mariana Hernández.
Temática: Nostalgia
Texto 3 – Saturnina
Las huellas de tus dedos en el cristal me devuelven a aquella noche de agosto, cuando bramó una lluvia torrencial y me diste un beso en el estacionamiento, el glitter todavía firme en nuestras mejillas.
Recuerdo los moretones como manchas de tannat en mi vestido, la música espeluznante de ABBA y las notas de sangre en el petricor. Al día siguiente los noticieros anunciaron mi nombre como un día más de tormenta, entre botellas y cotillón.
Nunca aprendí a distinguir entre violencia y amor.
Texto 46 – Tecito
Era tarde, pero sabía que si me apuraba podía llegar a tiempo al almacén de la esquina antes de que cerrara.
Pedí tres caramelos de esos cilíndricamente rosados que saben a nube dura y algodón de azúcar. Tres, uno para cada persona de la casa.
Volví y tuve que hacer el jueguito con la cerradura, porque el de la ferretería no me entendió cual cosito de la puerta no estaba andando bien.
Me senté en los escalones del zaguán y desenvolví un caramelo para dejarlo disolviéndose en mi boca. Me quedé mirando ese fragmento de casa que podía ver desde ahí, hasta que sentí un gusto amargo en el pecho que esa nube de azúcar rosada no pudo tapar.
Me levanto y camino hasta la puerta cancel. No puedo abrirla, pese a que esa llave funciona bien, el gusto amargo se expande y concentra apenas toco el pestillo.
Dejo los otros dos caramelos en el piso. Los nombro como avisando que llegué, como invocándolos, como convidándolos. Al fin y al cabo esos dos eran para ellos.
Tocan timbre. Es hora de entregar la llave de la casa.
Texto 20 – Melisa Bustamante
La música nueva
Escuchamos por última vez los discos una tarde de invierno del año 2002.
Papá sacó el tocadiscos que descansaba debajo de su cama desde el día en que perdimos interés por la música de otras décadas; las hijas entramos en la adolescencia y la crisis de los cincuenta volvió a mi padre un explorador de bandas nuevas.
Esa tarde escuchamos las canciones esperando a que llegara el momento de guardar los discos de pasta. Tarareamos algunos temas del Adiós Sui Generis y la noche en la ópera de Queen. Mi padre nos aclaró, como siempre, que los discos de samba eran de sus hermanas. Esos también irían en el paquete, seguro a alguien le podrían gustar. Cuando llamaron por teléfono para confirmar la dirección, desconectamos el tocadiscos y metimos los vinilos en cajas. Ya las habíamos etiquetado por género: rock, música brasilera, música popular. Sonó el timbre y entre los tres atendimos al comprador que se llevó la música a cambio de unos pesos que nos iban a ayudar a afrontar los gastos del mes. El próximo objetivo sería vender el tocadiscos. Así nos despedimos de la adolescencia de mi padre, vendida para solventar la nuestra.
