Laura Silva Olivera

-¿Mi nombre? No sé cuál es. Ya se lo dije. Me olvidé . Dicen por ahí que soy pintor. Dicen que era bueno, pero no recuerdo nada. Germán, el pastor, dijo que habían rezado por mí tres noches seguidas y que gracias a Dios desperté . Pero usted verá, despertarse uno sin saber quién es ¿será bueno para quién? Dice el pastor que Sarita no salió de mi lado. Gurisa buena, dijo la  Zulma. Pero yo no sé quién es y no me animé a preguntar ¿vio? Cómo puede ser que alguien se preocupe tanto por uno y uno ni sepa quién es. No sé qué le pasa a esta cabezota mía, no me acuerdo de nada. 

¿Qué ando haciendo por su pueblo? Voy de pasada, porque la Zulma que va a la Iglesia pero también cree en Iansá y Xango me llevó a su casa. Prendió unas velas y rezó y bailó y entonces me dijo: -Gurí, tú tienes que ir en aquellas tierra, porque solo allá tú encontrarás los recuerdo. Y allá voy ¿vio? porque tengo mucha cosa que explicar. 

La Ana, por ejemplo. No recuerdo a ninguna mujer, pero creo que ni necesito. Qué morocha hermosa esa, en su cara está la perfección divina . Pero dice que ya no me quiere ni ver, que le doy miedo . Germán, el pastor , me explicó que no es fácil que la gurisa entienda esa obsesión y me llevó a la pieza del fondo de mi casa y me mostró las paredes cubiertas con dibujos de la cara de Ana . Me dijo que fui yo quién hizo todo. No le voy a mentir, yo también quedé confundido, algunos tenían los ojos muy grandes, otros la boca . Todos dicen que fui yo que los hice, pero yo no recuerdo nada. Es por eso que voy a las tierras del norte. Porque necesito entender. 

Dicen que una noche antes del incendio  yo anduve caminando por el pueblo con un facón en la mano y gritando a los cuatro vientos que mataría al Solís ¿por qué? dicen que porque él iba a pedir la mano de Ana en casamiento . ¡Claro que ella tenía que elegir! En eso estamos de acuerdo, pero ¿sabe qué pasó? Sí, claro  a eso me refiero con incendio, quemaron la casa del Solís, con el hombre adentro. Me culparon y yo caí como muerto , tanto que ni la enfermera del pueblo, ni el maestro, ni el pastor me podían despertar. El comisario no quería diálogo, si estaba muerto me enterraban y si no me llevaba a la comisaría. La enfermera intercedió y fue así que pude escaparme. La Zulma y el pastor afirman que soy un hombre de bien y que no fui yo quien hizo que se muriera el Solís. Por eso tengo que llegar a las tierras del norte ¿Sabe decirme si falta mucho?

Necesito recuperar los recuerdos. Además, no le voy a mentir, tengo miedo. Germán me dijo que en mi pueblo ninguna afrenta queda impune y el muerto tiene hermanos.  Seguro me andan pisando los talones, pero ¿sabe qué? Yo muero sí, pero con la conciencia tranquila porque mi madre me crió con miedo del infierno y además la Ana va ir al cielo y yo la quiero esperar ahí.

¿Usted dice que después de aquel cerro? Ahí están las tierras de la memoria. ¿Y con quién debería hablar? con el brujo ¿Qué si conozco a esos hombres que van entrando al pueblo? qué se yo, se acuerda que no conozco a nadie.