
Marcia Salvioli
Buzón
La memoria es carta infinita,
nos escribe.
Agita miles de voces vivas.
Hoy también las escuchamos.
Lunes blanco,
germina memoria
aunque sea igual a una palmera
que no fue derrotada.
¿Dónde?
¿Dónde termina
el puente infinito de enero?
¿Dónde el agua nos mira
y a veces pregunta
con signos de lluvia?
Los balcones de otoño
esconden desenlaces,
reservan incendios.
Decimos desde
nuestra guarida
de hojas y de ramas,
es refugio
desde donde
ruge el olvido.
Nosotras,
igual a la creciente,
somos potenciales.
El tiempo es
lápiz y pausa
de espinas solitarias.
Madreselvas
de la fuente antigua.
Hora de escribir,
de develar,
minuto carbono.
Cada día puede ser
una piedra
o mujer distinta.
¿Qué nos queda
a las bestias?
¿Recordar que las sombras
esconden verbos
de invisibles fauces?
Por el camino del río
llegamos en bicicleta
y en dirección contraria
las nubes tejen
magnolias y cenizas.
¿Dónde juegan a esconder
lenguas de piedra
con verdes memorias?
