ROCÍO MEDINA

Llegué a Violeta Parra a través de su hermano Nicanor, el poeta. En realidad, la había escuchado por primera vez en el liceo gracias a mi profesora de Música que nos mostró Volver a los 17, pero yo no podía sentir la melancolía de Violeta cuando aún no había cumplido esa edad.


Fue Nicanor, en su Defensa de Violeta Parra, quien me dijo muchas cosas de ella: que era jardinera, que se preocupaba por los demás más que de sí misma, que su dolor era un círculo infinito, que su canto era de ensueño, que era una mujer fuerte y que había muerto. Yo quería saber de esa mujer quién fue y qué cantó. Si acaso su dolor, círculo infinito, se parecía al mío. Entonces descubrí que su nombre era su poesía, que era jardinera de palabras y flores.


En mis caminatas nocturnas descubrí la potencia de Violeta en Run Run se fue pa’l norte, Maldigo del alto cielo, Mazúrquica modérnica, Qué dirá el Santo Padre, Hace falta un guerrillero, Qué he sacado con quererte y La jardinera.


Quisiera hablar sobre las dos últimas canciones mencionadas porque desde que las
escuché, me impactó la fuerza de la flor como elemento simbólico que escapa de su significación tradicional vinculada al amor, lo bueno y lo bello. En la lírica de Violeta, la flor hace parte de una constelación imaginaria del dolor. Qué he sacado con quererte es, desde su título, un reclamo sobre lo que queda del amor cuando este se terminó y la exclamación dolorosa de un yo desengañado.


¿Qué he sacado con el lirio
que plantamos en el patio?
No era uno el que plantaba;
eran dos enamorados.


Dice Cirlot en su emblemático Diccionario de símbolos que la flor es símbolo de “la
fugacidad de las cosas”. En este caso, el amor ha resultado más fugaz que la flor, siendo el lirio la representación de los proyectos compartidos que sobreviven a la muerte del amor y que parecen carecer de sentido en la soledad del yo. ¿Acaso sirve de algo el amor cuando termina?


Aquí está la misma luna,
y en el patio el blanco lirio,
los dos nombres en el muro,
y tu rastro en el camino.
Pero tú, palomo ingrato,
ya no arrullas en mi nido.


El amor ha resignificado la visión del yo y toda la naturaleza está marcada por el recuerdo del amado que ya no está. El mismo espacio, que antes fue compartido, se convierte en disparador del dolor y símbolo de la pérdida. Todos los elementos que rodean al yo evidencian la ausencia (como aquel shampoo Sedal para cabellos secos de Elder Silva). El mundo sigue igual, pero es distinto.


Natalia Lafourcade, quien versionó esta canción en su álbum Musas (2017), dijo:
Para mí cantar “Qué he sacado con quererte” es conectar con una fuerza mayor.
Pareciera que desde el centro de la tierra en mi cuerpo y en mi alma se metiera
la energía de Violeta Parra a quien he admirado por años y a quien considero es
una de las musas que me inspiran constantemente para ser un mejor ser
humano, una fuerte mujer, guerrera, orgullosa de sus raíces y una gran artista.1


Es a través de unas pocas imágenes que Violeta logra describir el dolor desgarrador del amor perdido, la visión de un mundo nuevo marcado por la ausencia y el sinsentido de los proyectos pasados, que se esfuman junto al palomo ingrato.
Si en Qué he sacado con quererte la flor es dolor y pérdida, en La jardinera la flor se convierte en cura.


Para olvidarme de ti
voy a cultivar la tierra
en ella espero encontrar
remedio para mi pena.


Lo primero que aparece es el rosal junto a sus espinas, como símbolo de las
contradicciones del amor: belleza y dolor. Aumenta la intensidad de la imagen a través de la figura de la corona de flores, preparadas para cuando llegue la muerte del sentimiento que la aqueja y el amado sea un asunto pasado (tendré lista la corona para cuando en mí te mueras). La rosa es amor, dolor y muerte.


Violeta enumera distintas flores cultivadas para su sanación. Aparece la violeta azul para la tristeza, la clavelina roja para la pasión, la amapola para el sueño tranquilo y el cogollo de toronjil: las flores de su jardín serán sus enfermeras.


Todas las flores mencionadas realmente se relacionan con un efecto curativo. En el caso de la violeta, se le asocian propiedades antidepresivas, antiinflamatorias, analgésicas, así como el alivio de síntomas vinculados a los resfríos. A la clavelina roja se le atribuyen propiedades vinculadas al alivio de alergias y propiedades antiespasmódicas, así como el alivio del agotamiento. La amapola es conocida por su acción sedante. Antiguamente, las mujeres utilizaban amapolas para tranquilizar y ayudar a los niños a dormir, a tal punto que esta flor es conocida como adormidera. El cogollo de toronjil es mencionado por Violeta para cuando le aumenten las penas, esto debido a que se utiliza para la relajación y alivio
de la ansiedad y el nerviosismo. De esta manera, se puede concluir que todas las flores mencionadas se vinculan a la relajación de los sentimientos de angustia que atormentan a la voz poética.

Luego del cultivo, como actividad terapéutica, y el uso de las flores para calmar su estado de ánimo, podrá desprenderse del dolor. El bienestar crecerá poco a poco, al igual que las flores del jardín. Cuando estas estén florecidas, irán lejos tus recuerdos.


Sobre el final de la canción, ácidamente dice:


Y si acaso yo me ausento
antes que tú te arrepientas
heredarás estas flores
ven a curarte con ellas.


Una vez superado el duelo, Violeta, desde su fortaleza, no volverá a ese amor que la
lastimó. Morirán sus sentimientos y le entregará una corona de flores a ese amor muerto. Si es que acaso el amante desea volver, le brindará misericordiosamente sus flores, para que se cure como ella lo hizo.


Las flores de Violeta no son las de la primavera amorosa que el amante enamorado le entrega, sino que son el símbolo de la pérdida, de la muerte del amor y la recuperación del duelo en soledad. No son flores felices, están marcadas por la tristeza.


Como comentario final, me parece impostergable escuchar el álbum Maldigo (2019) de Mónica Navarro, que toma por título una de las canciones que versiona de Violeta Parra, además de Mazúrquiza modérnica, donde logra captar la intensidad emocional, esa cosa protopunk, de la chilena a través de los recursos musicales del rock.


“Qué te cuesta mujer árbol florido
álzate en cuerpo y alma del sepulcro
y haz estallar las piedras con tu voz
Violeta Parra.”
Nicanor Parra

1
https://www.sonymusiclatin.com/natalia-lafourcade-anuncia-pre-orden-de-su-nuevo-material-musas-un-homenaje-al-folclore-latinoamericano-en-manos-de-los-macorinos/